Exitoso hombre de negocios, Presidente de la Grace Line y la W. R. Grace & Co. personaje mítico, Socio Honorario Protector de
nuestro querido Club Unión Cartavio, visitó nuestro Club el año 1923, pasó unos días en nuestra amada tierra Cartavio,
donde la W. R. Grace & Co. tenía en producción su planta azucarera y donde años después en Abril de 1929 se iniciaría la
producción del Ron Cartavio, también de propiedad de la compañía.
Nuestra historia registra que Mr. Iglehart donó 60 libros a nuestra Biblioteca Ricardo Palma, se tiene evidencia que
personalmente delegó este compromiso a Mr. Arthur Paton (administrador de la Hacienda Cartavio) quién hizo
efectiva la entrega a nuestra institución semanas después que Mr. Iglehart dejara la Hacienda Cartavio.
El 4 de Junio de 1936, en pleno gobierno de Oscar R. Benavides, Mr. David Stewart Iglehart recibe de manos del Ministro de
Relaciones Exteriores la Orden del Sol del Perú en reconocimiento a sus actividades en promoción de las relaciones comerciales
entre las naciones latinoamericanas.
Nuestro Club Union Cartavio esta complacido de haber tenido a Mr. Iglehart como socio honorario protector de nuestro querido
Club y valgan estas líneas para rendirle un homenaje a su memoria.
A continuación un artículo periodístico encontrado en el diario EL TIEMPO de Colombia, donde podemos conocer más acerca de la
vida de nuestro socio. Recuerden que la fecha en la que se publicó el artículo periodístico el mundo se encontraba inmerso en
la Segunda Guerra Mundial.
EL TIEMPO
BOGOTÁ - COLOMBIA – LUNES 12 DE MAYO DE 1941
AÑO XXXI – NÚMERO 10643
REPORTAJES EXTRANJEROS DE EL TIEMPO
David S. Iglehart, el magnate que envía barcos a Sur América
El presidente de la Grace Line, un propulsor del panamericanismo. – Carrera del magnate naviero. – 16 años en Sur América. – Propietario
de un ingenio en Medellín. – Un ex jugador de polo.
El maravilloso porvenir de la América del Sur. – Hay suficientes barcos para el comercio intercontinental. – El presidente Roosevelt
quiere conservar abiertas las líneas marítimas.
Exclusivo para EL TIEMPO por Ronald Hunt, nuestro corresponsal en Nueva York
Nueva York, mayo 6 – Por avión.
“No es culpa de los barcos”, declaró David Stewart Iglehart, amable presidente de la empresa de navegación Grace Line, cuando este reportero
le preguntó cuál era la causa de la escasez de acero que confronta Sur América.
Acababa él de hablar con el secretario de Estado Hull sobre el mismo tema. Aunque la conversación no me fue referida, deduje que
Mr. Iglehart había pedido que se conservara un adecuado número de elementos de embarque para el comercio con la América del Sur.
Yo no le había formulado concretamente la cuestión que él aclaró. Tenía sí en la mente una serie de preguntas tendientes a llegar
al mismo fin. Estaban basadas en los temores que yo había oído expresar acerca de que, como última consecuencia de la movilización
hacia una ayuda al máximum para la Gran Bretaña, fueran retirados muchos barcos en detrimento de las líneas marítimas interamericanas.
Empecé por decirle que los pedidos de acero no estaban ya llegando a Sur América. Pero su mente, acostumbrada a pensar con rapidez
de relámpago, captó la serie completa de mis preguntas antes de que fuesen formuladas.
Las obligaciones navieras
“No es por culpa de los barcos”, dijo sonriendo comprensivamente. “Tenemos barcos suficientes, y todos ellos seguirán viajando a
Sur América”. Entonces me di cuenta de que el presidente de la Grace Line es un luchador que no podría permitir que los intereses
suramericanos fueran desplazados por ningunos otros barcos.
“Nuestros barcos siempre han cubierto sus itinerarios”, agregó. “Navegaron sin interrupción durante todo el tiempo de la
depresión. Cuando los vapores están llenos de pasajeros y carga, usted comprenderá que es muy fácil lanzarlos hacia sus puertos
de destino. Pero en una crisis, los barcos deben seguir navegando. Una empresa de navegación marítima no puede poner en movimiento
sus vapores cuando es lucrativo el negocio y suspender el servicio cuando el negocio se ha puesto malo. Hemos emprendido un servicio
que estamos forzosamente obligados a mantener, ocurra lo que ocurra”.
El “Naightingale”
Entonces le pregunté cuál era la verdad acerca del Naightingale, un modernísimo y rápido carguero que según se rumoreó había sido
tomado por el gobierno de los Estados Unidos pocos días antes.
Las informaciones indicaban que la propuesta de compra del gobierno había llegado cuando el barco se encontraba ya cargado a medias
en su embarcadero de Nueva York. Había sido descargado con toda prontitud y entregado a la comisión marítima federal.
- Sí, respondió Mr. Iglehart; es verdad. (Cuán interesante y agradable es que los hombres que ocupan altos cargos sean así de
espontáneamente francos y sinceros). Los ojos azul-claros de Mr. Iglehart me parecieron amistosos. Me permitía saber la verdad
sin rodeos.
Un representante del gobierno se había presentado a su oficina con una solicitud para comprar el barco.
- A quién debo esta visita? preguntó Mr. Iglehart suavemente.
- Al presidente Roosevelt, replicó el hombre.
- Si es así, dijo Mr. Iglehart, me considero tan sólo muy feliz de poder servir al presidente de los Estados Unidos. Y en el
término de una hora el vapor había sido transferido al gobierno americano.
Interés por el intercambio
Al siguiente día Mr. Iglehart habló con Mr. Hull.
Tanto el presidente como un secretario de Estado, están interesados en forma vital por mantener abierto el intercambio comercial
con la América Latina, que se cree que lo último que harían sería sacrificar el comercio entre las costas del hemisferio. Mr. Iglehart
cuenta con amigos no sólo en toda la América del Sur. También tiene amigos en Washington.
Por esta razón Sur América dispondrá de barcos.
Destinos de la América del Sur
El presidente de la Grace Line tiene una absoluta fe en los destinos de Sur América. Cree que ha llegado ya al límite en que se inicia
su más grande paso en la historia. (Es también interesante tener en cuenta que las mentes de los hombres más brillantes corren por causes
semejantes. La semana pasada el vicepresidente de los Estados Unidos, Henry Wallace, nos dijo exactamente la misma cosa).
Como un aristócrata
De no saber uno a quien tiene delante, creería que David Stewart Iglehart es nada menos que un aristócrata inglés. Tiene el pelo gris
y cuidado, un bigote corto y pulido. Viste a la perfección. Es cabalmente el tipo de hombre a quien usted vería sin extrañeza usando
pantalón rayado y saco ceremonioso aun en horas de la mañana. Y una corbata negra.
Aunque está ya en la edad mediana, Mr. Iglehart tiene aspecto atlético y juvenil. Habla el español sin dificultad alguna, como es de
suponer en una persona que ha vivido 16 años en Sur América.
La carrera
Hijo de un ministro de Maryland, Mr. Iglehart se encontró en la Universidad de Columbia en 1890. Uno de sus condiscípulos fue Joseph Peter Grace,
hijo del fundador de la Grace Line.
Una cara amistad se formó entre los dos y se prolongó hasta más allá del colegio. En un principio Mr. Iglehart había decidido hacerse
abogado. Pero luego su amigo se propuso convencerlo de que debía enrolarse en los negocios de la navegación marítima. Debía adoptar una
decisión. Prevaleció el instinto de Mr. Iglehart por la amistad. Ocupó su primer empleo como humilde oficial de la W. R. Grace & Co.
En 1899 la Grace Co. le envió a Sur América, en donde permaneció hasta 1915. Durante este periodo de 16 años fue director y gerente de
varias oficinas sucursales de la compañía en Perú, Chile y Bolivia.
A través de su carrera dentro de la Grace Line tanto en la América del Sur como en la del norte, Mr. Iglehart ha acumulado un exacto
conocimiento de las complejidades del comercio exterior y de la América Latina. Pocos americanos han tenido una vinculación más estrecha
que él con los países de la costa occidental del continente sur. Los años de su permanencia en el sur le brindaron la oportunidad de
estudiar los países, de aprender a hablar su lengua, de captar el temperamento del pueblo y de descubrir las riquezas de su cultura y
su patrimonio moral.
Vinculado al sur
Su actitud después de dejar los países en donde había iniciado su carrera fue diferente de la de la mayoría de los primeros “pioners”
que en la actualidad han desaparecido por completo de la escena. Él se dio cuenta de que una empresa que trabaja dentro de las fronteras
de otro país debe portarse como huésped de ese país.
Hoy como presidente de la compañía, dedica todas sus grandes utilidades a servir los intereses de los países hospitalarios.
Propietario en Medellín
Me estuvo refiriendo los detalles sobre el ingenio de algodón que está construyendo en Medellín.
Mr. Iglehart está invirtiendo millones de los fondos de su compañía en los países suramericanos, creando así empleos y oportunidades para
los arquitectos, ingenieros, constructores y obreros de esos países. Cuando las empresas que ahora establece estén listas para iniciar su
funcionamiento, desea él ponerlas bajo la administración de personas nacidas en Sur América. Cree que las agencias regionales de las firmas
estadounidenses deben ser gerenciadas por suramericanos.
Recuerdos felices
Mr. Iglehart debe a Sur América el haber sido un hombre feliz y sabe conservar su gratitud por ello. En 1909 se casó en Valparaíso con la
señorita Aida Birrell. (La señora Iglehart murió en 1933).
El nombre de la compañera es llevado por la bella hija del presidente de la Grace. Miss Aida Iglehart, quien está asociada a la importante
publicación “Harper’s Bazaar”. Es una verdadera panamericanista.
Philip Iglehart, el menor de sus hijos, trabaja en la Grace en Nueva York. Stewart Iglehart, otro hijo esta enrolado en los negocios de
contratos y construcciones. Es contado entre los tres jugadores de polo de los Estados Unidos cuyas marcas son de diez goles.
D. Stewart Iglehart fue también en otra época un jugador de polo de alto record de goles. Hoy, aunque es un apasionado espectador de los
partidos del deporte ecuestre, se contenta con recrearse en el golf.
Tiene dos casas campestres, ambas con nombres españoles. En Westbury, Long Island está “La Granja”, y su residencia invernal es “El Centinela”,
en Gulf Stream, Florida.
Fuentes de información
El Tiempo, Bogotá - Colombia – Lunes 12 De Mayo De 1941, Año XXXI – Número 10643 por Ronald Hunt.
Archivo Club Unión Cartavio.